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agosto 25, 2022

¿El metaverso está preparado a nivel ético y legal?

A pesar de que tardará unos años en conseguir el concepto de metaverso del que tanto se habla, estamos asistiendo a los primeros coletazos de lo que podría significar este universo digital universal.

Microsoft ya ha adquirido Activision Blizzard por 70.000 millones de dólares, Meta ha invertido 10.000 millones para adquirir y desarrollar capacidades de realidad virtual, y Google ha creado un fondo de capital privado de casi 40 millones para proyectos de metaverso. Es obvio que el desarrollo de este mundo está teniendo el apoyo de los gigantes tecnológicos y que será parte de nuestra vida diaria en un futuro a medio plazo, pero hay que echar el freno cuando pensemos en una reproducción de la película ‘Ready Player One’ a corto plazo.

Prometer que encontraremos una utopía virtual que fomentará la igualdad y la libertad de expresión desde el principio es algo que deja sueltos muchos flecos legales y éticos. Analizamos sus implicaciones, los problemas de privacidad a los que se tiene que enfrentar el metaverso y cómo deben abordarse.

Seguridad en el metaverso

Las nuevas tecnologías siempre exigen un estudio de sus problemas legales y sociales, y el metaverso no iba a ser diferente, especialmente si se tiene en cuenta la escala a la que se quiere llevar.

Gartner prevé que, para 2026, el 25 % de las personas pasará al menos una hora al día en el metaverso, por lo que, a medida que el mundo real y el virtual converjan de una forma más estrecha, se deberán abordar problemas éticos, como el sesgo en la IA que encontramos a veces, la desigualdad del sector o la falta de un marco regulatorio común, entre otros.

Meta, por ejemplo, se ha comprometido a invertir 50 millones de dólares para la investigación de cuestiones prácticas y éticas en torno al metaverso, pero esto sería solo el comienzo de un largo camino hacia un espacio virtual seguro para todos.

Problemas de privacidad en el metaverso

El metaverso promete traer consigo un nuevo paradigma que combine experiencias sociales y tecnológicas con niveles incomparables de interoperabilidad y experiencias inmersivas. Sin embargo, podría tener sus riesgos de privacidad.

Por un lado, la XR (realidad extendida) es uno de los pilares del metaverso, gracias a sus infinitas capacidades para transformar las conexiones entre el mundo real y el virtual. Sin embargo, también ayuda a dar nuevos instrumentos y enfoques para recopilar datos, un arma de doble filo que hace que surjan preguntas como: ¿Dónde almacenan las empresas los datos y cuáles son sus métodos de encriptación? ¿Qué sucede si los piratas informáticos comprometen un dispositivo XR? ¿Cómo se utilizarán y salvaguardarán estos datos?

Por otro lado, nos podemos encontrar con otros ataques como el robo de credenciales, el robo de identidad o el secuestro de datos. Identificar un robo en el metaverso va a suponer uno de los grandes retos de este, pues cualquier persona con acceso a las credenciales de red podría asumir su identidad dentro del mundo virtual. Comprometer las credenciales también puede afectar a la información financiera y personal de los usuarios almacenada en sus perfiles de usuario en el metaverso, lo que supone un gran quebradero de cabeza.

De hecho, algo que también preocupa mucho son los datos obtenidos por la tecnología de XR, como los datos biométricos en huellas dactilares, escaneos de retina, huellas de voz, geometría facial, etc.

Para responder a estas preguntas, todo apunta hacia la tecnología blockchain y el espacio criptográfico como la salvación del crecimiento de un metaverso más seguro y escalable.

Pero damos un paso más. Hasta ahora hemos hablado de los problemas asociados a las tecnologías facilitadoras de este universo; sin embargo, también podemos llegar a la polarización y radicalización asociada al concepto de un universo compartido. El metaverso se presenta como un espacio descentralizado que une aplicaciones, activos, servicios y usuarios en un mismo lugar. Visto así pinta muy idílico. Sin embargo, la unión de grupos de usuarios totalmente diferentes y, en ocasiones, opuestos, puede generar serios problemas como el acoso y troleo. Es decir, el factor humano es el responsable de que todos los avances tecnológicos se empañen.

Problemas legales en el metaverso

En la última década hemos sido testigos del surgimiento de la tecnología blockchain y los activos digitales. Todos ellos tienen como objetivo descentralizar las comunidades, democratizar el acceso y permitir que las personas inviertan en el futuro de otra forma. La descentralización, de hecho, es uno de los pilares del metaverso, bajo la promesa de romper las fronteras y permitir la accesibilidad desde cualquier lugar.

Por tanto, el metaverso no debería estar gobernado por ninguna persona o empresa; pero, si son los gigantes tecnológicos los que están haciendo los mayores avances en esta materia, es bastante obvio que podrían volver viejos problemas como los robos de datos, las manipulaciones o favorecer a los más poderosos. Es necesario que la plataforma surja desde la idea de la democratización total, por y para todos, que sea transparente y justa.

Pero ¿cómo controlamos la ‘salud’ del metaverso? La tecnología en sí es neutral, somos los humanos los que podemos corromperlas. Es ahí donde la conciencia individual es clave, pero se necesita que legalmente haya una regulación y unos mecanismos que impongan unos requisitos para construir un universo diverso y socialmente consciente.

De primeras puede parecer un poco paradójico intentar controlar un espacio que se presenta como abanderado de la libertad de cada usuario, pero estaríamos en un momento demasiado utópico para creer lo contrario. Aún hay mucho camino por hacer en cuanto a regularización, pero ya hay algunos ejemplos de crímenes del mundo digital que han sido castigados en el mundo real. Por ejemplo, en 2012, el Tribunal Supremo holandés falló en un caso relacionado con un amuleto digital y una espada del juego Runescape. Los dos jugadores que robaron al otro a punta de cuchillo fueron sentenciados a servicio comunitario debido a que, si bien los objetos no tenían valor material, lo tenían en tiempo y esfuerzo por conseguirlos.

A pesar de todas las libertades que promete el metaverso, necesitamos opciones como las que encontramos en el internet actual (privacidad, bloqueo, etc.), que se unan a ideas y requerimientos nuevos que vayan surgiendo conforme la sociedad evoluciona. Juzgar los delitos digitales en los tribunales de la vida real no parece algo escalable, pero, si el metaverso se vuelve tan importante como prevemos, podríamos ver cada vez más marcos legales del mundo real aplicados a espacios virtuales.

¿Cuáles son los aspectos éticos del metaverso?

Si nos vamos a la parte más ‘humana’ y ética del metaverso, uno de los primeros problemas que nos encontramos es la percepción reducida del espacio físico y desconexión con el mundo real. No sería la primera vez que se vieran casos en los que pasar demasiadas horas delante del ordenador se ha convertido en una enfermedad. Con las experiencias inmersivas y altamente atractivas que ofrece el metaverso, crecen las posibilidades de que un porcentaje de los usuarios pierda conexión con el mundo real. Es por ello por lo que se debe tener una gran conciencia del entorno, para evitar cualquier problema de seguridad física en el metaverso.

Si analizamos el carácter social del metaverso, otra de las grandes preocupaciones es la posibilidad de que se lleven a cabo acciones de acoso como las que comentábamos un poco más arriba. No hay que irse a un universo virtual para encontrar múltiples casos de ciberacoso, especialmente desde el gran boom que han supuesto las redes sociales.

Meta, por ejemplo, hizo pública su decisión de introducir una función de “límite personal” después de que la psicoterapeuta Nina Jane Patel sufriera al entrar en Horizon Venues (la aplicación de la compañía para visionar eventos y espectáculos) un ataque virtual hacia su avatar, parecido a una agresión sexual grupal. La novedad permite a los usuarios activar una función para que los demás mantengan la distancia, como si de un campo de fuerza se tratase. Sin embargo, hay un gran reto por delante al pasar de una plataforma de redes sociales a otra de metaverso, en la que hay un cambio de moderación de contenidos a moderación de comportamiento.

Para ello, una de las grandes esperanzas reside en los avances futuros de la IA. Todavía no es lo suficientemente inteligente como para interceptar transmisiones de audio en tiempo real y determinar en ese mismo instante si se está desarrollando algún comportamiento ofensivo, pero se está trabajando para que así sea dentro de unos años.

 

Entonces, llegamos a un punto en el que está claro que las tecnologías facilitadoras de este gran universo tendrán un papel fundamental para mejorar nuestra vida, pero que solo podrá ser igualitario y seguro para todos cuando los usuarios demuestren respeto, civilidad y empatía por las personas que compartan el metaverso.

 

Si quieres saber más sobre ciberseguridad en el metaverso, no te pierdas este episodio de nuestro pódcast Tech Holders, donde contamos como invitado con Chema Alonso, Chief Digital Officer de Telefónica. Hablaremos sobre los problemas de seguridad que se prevén en el futuro del metaverso, y cuál es la visión de Telefónica sobre esos mundos virtuales basados en la Web 3.0. Se responderán preguntas como: ¿Quién gestiona las identidades distribuidas para que sean válidas? ¿Cómo gestionar la identidad de una manera segura? ¿Se debería mantener el anonimato? ¿Los usuarios son realmente dueños de su identidad?

Elena Canorea
Autor
Elena Canorea
Communications Lead